viernes, 17 de mayo de 2019

Para abrir boca.Voces fundamentales. LaboratorioSLD


Para abrir boca 

Voces fundamentales

El viaje
Baile a través de las voces y los silencios de Lole Montoya y José de la Tomasa, voces ancestrales.

Un ensayo para contar la pasión desde el baile, y también   un sondeo   para conseguir equilibrar la pasión en el movimiento, suerte de paradoja vital, poseyendo sin que se posea, siendo poseído sin ser poseído.  Tentativa de situarse en el punto cero, que en el movimiento es el   punto de energía más bajo, una energía residual, también llamada energía del vacío, donde el cuerpo y la mente se mantienen vivos y veraces a la escucha, y sin esfuerzo, dispuestos a seguir la inercia que marca el compás de los tiempos.

El movimiento de la pasión, representado como la curva o trayectoria que describe el balanceo, del péndulo, que es el ritmo escénico de esta obra. Obra inspirada en sus extremos, en dos maneras de entender la pasión, la de Pasolini (Pasolini expone sus ideas al respecto, en los textos como Pasión e ideología) y la otra manera, infundida de las ideas de Oteiza, dichas en sus textos, como la Pasión y el vacío.    En ambas sugestiones, conviven las ideas de trascendentalismo y la convivencia del arte con lo popular, el interés por la   identidad y tradición, al mismo tiempo que por la experimentación…   Y en un  punto de inflexión ,  el que nos insinúan los planteamientos  de las vanguardias artísticas, tema recurrente  en el flamenco,  pero que parece no agotarse , quizás como se preguntaba Oteiza, es la modernidad nuestra antigüedad?.

Sobre los orígenes de la pasión así construida, nos remitiríamos   a   los anhelos de profundidad que suelen desembocar en la altura. Como decía Voltaire: "para elevarnos, descendamos a nuestro interior”. La atracción del abismo que no es muy diferente a la que suscita el cenit más elevado. "El camino hacia arriba y hacia abajo es uno solo y el mismo" que decía Heráclito.  Esquema que pone en comunicación directa la oscuridad con la luz, nos remite a la concepción de un espacio continuo, este de subir y bajar trascendental, en el que, como en las pinturas barrocas, el cielo y tierra encuentran su lugar recíproco cuando se encuentran

Oteiza, revisando el euskera en sus raíces, nos señala,  una etimología de "izarra" (estrella), proveniente de "itz" (ser) y "ar" (hueco, concavidad del cielo), en la que, a semejanza de Heráclito, justifica la idea de que en la cultura vasca, el hombre se diviniza a si mismo / no morirá  / se cambia de sitio, subirá / se cambia al cielo. Un gesto representativo, bien podría ser el de izar, que significa hacer subir algo tirando de la cuerda de que está colgado, pero también este del balancearse, del columpiarse.  Metafóricamente relataremos como el origen de las pasiones se enraízan en la infancia, por ejemplo, a la manera en que los niños realizan la concatenación de movimientos del doble péndulo, con sus torsos y con sus piernas, para conseguir la elevación.  Salir del punto muerto y una vez en el vuelo, la amplitud alcanzada que dependerá de la excitación de los parámetros, se mantiene gracias a suaves movimientos del cuerpo, de torsión y de palanca. Raíz que, al azar, izándose deviene Izarra (estrella).





Una bamba y otra bamba
y otra bamba ya son tres.
Caramba con tanta bamba
y el columpio por hacer

Bamba del Gastor



Si las palabras son como el aceite, de la voz de Lole Montoya  alcanzaríamos  a decir  que es como el petróleo.  Voz petroleada, voz pulverizada y que nos baña de   oro, de oro negro, voz heredada de su madre la negra, y ella misma devenida madre, y madre de otra madre en esta rueda vital.   Que deviene símbolo de la madre, la madre, roca, tierra, y su voz aceite de roca, tierra que eterna brota, surge como una fuente manantial, fluido, que aparece de forma natural en los países como Asiria y Babilonia, fraguada donde solo donde antes hubo mar o lago.  Primera raíz que se enraíza, como carga emocional con la que comenzamos el viaje como si, nuestra alma fuera un buque de crudo a refinar   y es la propia gravedad la que la va destilando, en un proceso alquímico sin igual, atribuido a un saber casual árabe, los estratos de nuestro ser, que configuran el combustible fósil, que mueve el motor de que lo estéticamente llamamos personalidad.

Voz dialectal, que nos introduce en la dialéctica entre lo más trascendental, el habla de nuestras propias entrañas, junto a otras hablas, otros dialectos continuos y colindantes, el gitano, el árabe, mestizaje y el mundo, el mundo de la razón.   Voz que te acuna mientras te balancea de lo conocido a lo desconocido,  ida  y vuelta  de ese oriente lejano  al origen cercano.

De amplio registro sonoro, su voz,  mezcla heterogénea de lo orgánico indisoluble  al agua y de distintos metales ,  que se nos parece al oído  líquida ,  o sólida  y  a veces hasta gaseosa, y  que  se puede clasificar según la gravedad, ora  ligera o más pesada, , dulce sin  azufre o ácida sulfurosa.  Que no es tal como le viene de la naturaleza, sino que su canto es una destilación fragmentada, que contiene en si misma múltiples parámetros, melismas de colores.  De un color y viscosidad variable que va desde el ámbar, desde amarillentos a poco viscosos, al negro, Voz que emana densidad   y temperatura, en sucesivas etapas, desde matices untuosos a hipidos cada vez más ligeros.  Diríamos que estos sonidos, ascienden hacia la superficie, por su menor densidad, gracias a la porosidad de otras resonancias sedimentarias. Cuando se dan las circunstancias, anatómicas, que impiden dicho paso del sonido primero, como los pliegues perforantes de su garganta y de su boca, especie de márgenes de diapiros salinos, que conforman los yacimientos acústicos de su voz.

O de la forma de templar su canto, bien provocando la ausencia de aire, lo anoxico, falta de oxígeno, para parecer que   cantara como sumergida, a veces en un océano, o ahogá en los clímax, o en los tejidos de la piel de los que la escuchan y oyen.  Como un niño que descubre por primera vez el agua, abierto al mundo a través de su voz expandida o en la presión de las capas de sus sonidos sedimentados.

La transformación acústica, el craqueo natural, un proceso por el cual se quiebran los sonidos de un cante, produciendo así ecos más simples. Catalizado a veces con voz arcillosa, que produce el fraccionamiento en componentes más livianos.   En este proceso, el fluido de su canto es tan fino que cuando es agitado en la mezcla con aire, aumenta su volumen y fluye como un líquido pudiendo ser por fin, controlado por las válvulas de los corazones espectadores. Este modo de trabajar con la sustancia sólida del cante, como si se tratara de un fluido, ha constituido en progreso de las labores de refinería de su arte. Procedimiento fundamental para la producción del cante de alto octanaje, una escala que mide la resistencia que presenta un cante flamenco a detonar prematuramente cuando es comprimido dentro del aparato vocal de la cantaora. Emociones nuevas y   frescas debidas al calor y a la presión durante su proceso de diagénesis, la formación de un cante a partir de sedimentos de sonidos sueltos que sufren un proceso de consolidación.

Esta consolidación se debe a la infiltración de lo acuoso en su paladar y su forma de decir.  Su voz de arena en arenisca, sus lodos calcáreos en caliza y sus cenizas volcánicas en cinerita. Como un cielo en la tierra. Las reacciones metálicas de su expresión, constituyen en su conjunto la autogénesis. La cristalización de su cante purifica una sustancia sólida.  A veces un enfriamiento, un cambio de disolvente, una evaporación, sublime, fundida y solidificada, un crecimiento cristalino y vuelta a la recristalización.

“Su voz cuerpo, es una custodia con escaleras pa llegar a la gloria “, que bien podría decirse del ideal de la madre. También como raíz primera de las pasiones. Después del ascenso hacia delante, viene una bajada de espaldas. Retomamos la visión de este ideal de madre desde la perspectiva de Pasolini "Mi madre era como Sócrates para mí. Tenía, y tiene, una visión del mundo sin duda idealista e idealizado. Ella cree de verdad en el heroísmo, en la caridad, en la piedad, en la generosidad. Yo he absorbido todo eso de manera casi patológica”. Para él también es en la infancia donde ocurre el nacimiento del deseo, que con los años deviene una estética: "Era el sentido de lo inalcanzable, de lo carnal —un sentido para el que aún no ha sido inventado un nombre—. Yo lo inventé entonces y fue 'teta veleta, algo parecido a un cosquilleo, una seducción, una humillación."

La metodología utilizada para la elaboración de guion, o plano de la obra, será la dialéctica, que también designa un movimiento propio del pensamiento y del ser. Es la concepción de que toda la naturaleza “se halla en un estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, sujeto a incesantes cambios y movimientos” (F Engels, Introducción a la Dialéctica de la Naturaleza).

La dialéctica, como un modo de elevarse desde lo sensible hacia lo inteligible, es decir partiendo de la certeza de los sentidos hacia el desarrollo de conceptos de un mayor grado de universalidad y racionalidad.  Una Teoría y método de conocimiento de los fenómenos de la realidad en su desarrollo y automovimiento,

Dialéctica, principio motor del concepto que disuelve, pero también produce, las particularidades de lo universal. Procedimiento mediante el cual se establece el desarrollo y progreso inmanente, a través del despliegue de una tesis y su antítesis, resolviendo la contradicción a través de la formulación de una síntesis final.   Así, estratégicamente el proceso no concluye. La síntesis se constituye en nueva tesis y se contrapone a nueva antítesis; sin destruirse, pero si complementándose mutuamente.

La llamada   lucha de los contrarios, por la cual surge el progreso de la historia. Ya que   es, a ese mismo guion o plano original, al que se le impondrán los agonistas. Si la voz de Lole era una disolución, la voz de José de la Tomasa es una fusión.  Una dialéctica entre materia y vacío.

Con la voz de José, El cuerpo ya no viaja, el mundo el que viaja través nuestro, las murallas han sido derruidas, la torre ha sido vaciada, Oteiza para hablar del vacío, y de la nada, cuánta nada ha hecho falta para generar el universo, cuánto vacío para crear vida. Voz afilla, enraíza a una dinastía, torre. Un huracán anclado a lo popular del flamenco, lo impuro devenido puro a compás de ser columpiado por el cante de la alameda de la calle ciego, donde la voz sale y retorna a un pozo, ciego de soledad. Su voz construye entorno, va sacando de sus escondites las, los quejios y lo aiees de referencias fieles de cómo no se canta, hasta apilar las voces en una voz coral de piedra, un talud para cada cante, para cada oído, multitudes de templetes hechos con el imaginario.

Un cante que lleva a un baile.  Donde toda su trayectoria no es sino una renuncia a sí mismo y una apelación a quien quiere ser, una puesta en crisis y reconstrucción permanente de la subjetividad propia, basada en la idea de que el objetivo final no es la obra, sino, más bien, la elaboración del propio artista como una persona educada desde el arte y dispuesta para actuar directamente en la sociedad.

La voz masiva y monolítica, sufre un proceso de desmaterialización, emulando a Oteiza, según el cual, la voz -masa debe ir dando paso a la “trans-voz” o la voz energía del futuro: un artefacto fundamentalmente espacial y energético.  Un tipo de cante, que sea capaz de liberar energía a través de la “fusión” o acoplamiento de unidades ligeras.

Supone la oportunidad de relacionar esa noción de una nueva espiritualidad de raíz estética, emanada del cante flamenco como arte moderno, con el sentimiento religioso popular, donde la referencia figurativa se hace imprescindible.

La soledad total que aguarda en el fondo de uno mismo, en la oscuridad de la caverna interior, sin otra presencia que la de las propias voces, con frecuencia termina conduciendonos a un destino que sólo la presencia de los otros puede ayudarnos a comprender. El "yo puro" que ansiamos, que reclamamos ser sin la menor duda, más allá de la conciencia, que entrevemos en nuestra íntima lejanía y que permanece imperturbable en la sima insondable de una gravedad absoluta, ¿qué es sino la mirada del dios? Tal vez por eso llamamos trascendencia (de "trans" y "scando") a la forma de lejanía que se manifiesta al ascender.  Algo comparable   a   lo  que  Pasolini,  sin embargo, termina interrogándose, sobre   la posibilidad de que funcionen estos dos opuestos: transhumanar y organizar.

La propia lógica interna de este proceso de desmaterialización y silenciamiento de la voz, llevaría implícito la necesidad de un final para dicho proceso, en forma de conclusiones experimentales; unos cantes que utilizaran los mínimos recursos y  el vaciado, suerte  de  minimalismo. La construcción del vacío, como lugar de protección, de curación de la angustia y de la muerte, sagrado, por tanto.  Advertimos el miedo —como negación suprema— de la muerte. Acaso el flamenco, como el arte encuentra en los sentimientos de inseguridad y temor sus raíces más genuinas. Tal es el origen que el escultor atribuye a algunas formas de belleza: La imagen terrible y hermosa que adoptan ciertos animales se debe a que están aterrorizados. Del miedo le salen al pavo real sus cien ojos. Imágenes estas que sin ir más lejos,   nos son sugeridas también desde el flamenco.

El cante como el vacío interior, indefinido e invisible, que se esconde, apoyándose en el cavidad bucal, para proteger su parte más débil como el cantaor en su agujero, este agujero de los sonios negros,  ¿Puede el cante  ir más allá, más arriba? ¿Quién puede sorprenderse de que el artista haya proclamado su final? Infaliblemente en la Elevación, en la Altura, son metáforas de una exigencia espiritual a la que nos vemos precipitados por el temor a la muerte. Las dos direcciones que resultan de la enconada relación que tan a menudo sostenemos con la vida exigen el sacrificio de nuestra medida material y orgánica. Del impulso que lleva al artista a declinar la naturaleza nacen su condición de fugitivo y su deseo de Dios.

Continuará...)


Anotaciones de Salud López para “La Pasión según se mire “de Andrés Marín y nuevas obras.









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